4ª SESIÓN (Martes 14 de abril de 2009)

El que no anda, no tropieza, reza el viejo adagio.


Otro día, otra sesión. Continuamos con el ejercicio anterior de la esencialización del alma de un personaje para trabajar físicamente sobre esa sensación. En este caso el personaje es Alejandrina y su texto: “Mi señora, si pudiéramos ver todo lo que queremos, yo vería como a mis hijos le salen los dientes y a mis padres se les caen, pero la vida no es así”.
Esta improvisación ha tenido cuestiones que son necesarias puntualizar:
- Vanessa; ha trabajado sobre la espera y tener los horarios cambiados con relación a sus parientes que ha dejado en Ecuador. La incertidumbre al tener que esperar las horas para comunicarse por la gran diferencia horaria. Esto provoca una desincronización del mundo de Alejandrina con respecto al suyo, y sobre todo las ganas de saber. Ante esto nos ha surgido una interesante cuestión: ¿cómo se maneja Alejandrina ante un mundo moderno ante cosas como son internet, lavadoras…? Se ha apuntado la posibilidad de cómo trasladaría esas costumbres a las acciones cotidianas como por ejemplo, lavar a mano teniendo la lavadora al lado.
- Pepa; trabajo sobre el ritmo y el canto. La añoranza aparece con la necesidad de agarrarse a algo. Este ritmo le lleva a casa hasta que la alegría se le transforma en pena, pero rápidamente la cierra en la garganta para que no la consuma.
- Tatiana; trabajo sobre andar en calles desconocidas con la mirada baja en un mundo que no entiende, ajeno en ritmo, naturaleza y razón. Nunca mira al frente, lo que le lleva a aferrarse a una bolsa donde lleva todas sus cosas, que es la manera de trasladar su país a este instante preciso. Es un negarse a descubrir lo que se presenta ante sus ojos por miedo a perder sus raíces. Es un trabajo sobre la desubicación. Tatiana avanza su trabajo físico hacia uno más simbólico en el que la bolsa pesa tanto como su arraigo, la tira al suelo, no puede con ella… en esa bolsa se revela su desarraigo, su deseo de no perder su identidad.
Todo este trabajo nos lleva a plantearnos la siguiente pregunta: ¿Cómo habrá transformado Alejandrina la casa de María donde está sirviendo para tener su propio lugar? Se han sugerido varias posibilidades: plantas, comidas típicas, música, cantos, y su rincón. Este último elemento nos interesa especialmente. Inmediatamente les pido que construyan cada una su propio rincón. Cada una de ellas crea su propio altarcillo en una silla, con los elementos que disponemos en la sala: aparecen flores de papel, velas hechas con vasos rojos para el agua, una pizarra se convierte en el espejo, amuletos personales…, creo que Dios hizo el mundo sacándolo de un bolso a juzgar por todo lo que en él cabe.

A partir de cada uno de sus altares les pido que improvisen con las sensaciones anteriores de la primera improvisación a un aspecto de la vida de Alejandrina.
- Vanessa; trabaja sobre la limpieza de su calzado, su soledad compartida con María, necesitándola, dándole a ella lo que no puede dar a sus hijo.
- Tatiana; trabaja la preparación previa al locutorio, incluso arreglándose con “pinta dominguera” para ir a hablar con una persona a un océano de distancia. Trabaja la mentira investigando lo que le dirá para que sus familiares estén bien, es la contradicción entre lo que dice y lo que hace lo que lleva a Rubén a replantearse ciertas cosas con relación a un monólogo del personaje.
- Pepa, el trabajo sobre el altar le lleva a la acción, prepararlo es su pena y su alegría, caminando entre sentimientos encontrados, necesidad frente al deseo, realidad frente a su sueño…la única forma de calmar su dolor es a través del canto. Uno de los momentos más impactantes es cuando escribe una carta a su hijo en el que le cuenta un cuento. Es duro verla escribir una carta en la que cuenta un cuento como si el niño estuviese ahí. Rubén decide crear una escena con este juego.
Por ahora hemos terminado con el juego sobre las improvisaciones libres sobre los personajes. Rubén nos cuenta de dónde sale cada uno de sus personajes femeninos. Una de las cuestiones que me interesan sobre su trabajo es que Sanchís, durante el proceso de creación del texto, le ha dicho sobre el texto es que ha escrito demasiado, y que está todo un poco confuso, tanto a nivel puesta en escena como en el argumento. Esta indicación es la que me da la clave para las siguientes etapas: hacer que Rubén descubra la estructura interna del texto.
Tras el descanso comenzamos a trabajar con la obra concretamente. Comienza el camino de la depuración. En este proceso veremos que es lo necesario a nivel textual para ver con qué elementos mínimos se puede contar la historia. Intentaremos reducirla a los trazos mínimos como si fuese una caricatura. Cierto es que la caricatura tiene que tener dentro de sus trazos básicos unas líneas “innecesarias” para que funcione; pienso ahora mismo, en Carlitos, el atribulado amo de Snoopy y su ceja en forma de espiral, innecesaria a todas luces, pero que es la que le da el carácter al personaje, y aunque todo texto tiene que tener estas líneas “innecesarias” intentaré trabajar las más básicas posibles, ya que el texto está más lleno de simbolismos, juegos literarios, metáforas y construcciones ornamentales, que de líneas de acción. Indudablemente no quiero que Rubén deseche su estilo, lo que pretendo es que vea como está construido su texto para que pueda poner esos “trazos innecesarios” desde la propia escena, y no sólo desde la literatura.

El trabajo sobre la depuración lleva a un difícil lugar: la lucha entre la representación y la comprensión. Este nuevo inicio ha sido difícil porque se han mezclado dos mundos que en instante son bastante diferentes. La cuestión es que el montaje de una escena ciertamente implica el mundo interior de los protagonistas, pero mi objetivo no es hacer una puesta en escena en este momento, si no que Rubén entienda la acción escénica en sí misma en un espacio teatral. En la cabeza del que escribe, todo sucede instantáneamente, como una película, pero el teatro tiene un tiempo de construcción diferente. El sólo hecho de mover el espectador la vista para observar algo en teatro, a diferencia de los planos cinematográficos, implica un manejo del tiempo muy preciso que hay que tener en cuenta. Mi camino es trabajar con Rubén para que vea si cada uno de los elementos que conforman la estructura textual se desarrolla en su justo tempo, si se cuentan demasiadas cosas, si se pueden hacer escénicamente en vez de contarlas, que vea el tempo interno de cada escena… es decir, es un trabajo de comprensión, no de montaje en sí mismo.

Como decía al principio de esta entrada: el que no anda no tropieza.

Este hecho es el que lleva a conflicto al principio entre todos. Parecía como si se quisiese montar la escena, mientras que mi camino era que Rubén viese el cómo se articulaba esa escena. Mi idea es clara: una puesta en escena siempre es distinta según quien la haga, pero la estructura de una escena es un elemento más mensurable. Mi deseo es que Rubén entienda esa gramática desde la propia escena, no montándola, que vea la acción de los personajes y no sólo sus palabras, que vea las acciones antes que las palabras para que sean los personajes los que hablen por sí mismos.
Tras este inicial desconcierto, las cosas van cambiando. Establecemos las improvisaciones sobre los elementos básicos de la escena: los sucesos principales, las frases imprescindibles, y los tempos precisos de ellas.

Esto nos ha dado el siguiente esquema:
Deseo de entrar en casa---------Aparece María-------------Súplica de Paqui----------Perdón de María------------Flashback

Gracias a esto podemos ver como la escena escrita se puede reducir a una esencia mucho más grande. Quiero aquí felicitar a Rubén por su trabajo tan humilde siendo capaz de ver la acción escénica en sí misma, y no su texto sonando en la escena. Trabajamos sobre estos sucesos concretos, intentando cambiar las motivaciones internas y las estrategias de los personajes, para que, aunque los enfoques sean distintos, las estructuras sean las mismas.
Improvisamos sobre una escena concreta: el flashback, viendo como se podría resolver sin necesidad de cambios de luces o músicas, si no desde el propio actor. En esta escena nos damos cuenta de que hay que añadir texto “superficial” y quitar el texto más “profundo” para que funcione en nivel escénico. Escribir desde la escena y para la escena te exige la comprensión del tempo y el espacio dramático perfectamente. Rubén se lleva trabajo muy específico para casa: redactar de nuevo las escenas en función de lo que ha visto, de las deficiencias que surgían de la estructura básica para ampliar, reducir o mantener lo que a él le interesa.

Levantarse para continuar con paso más firme y atento, simplemente.

Xavi

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